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domingo, 16 de octubre de 2011

Diario de una doctora

Y ya que hemos hablado de Diario de una doctora, voy a poner unos vídeos sobre la historia de amor entre Gretchen y Marc.


Diario de una doctora


Si queréis una serie divertida, graciosa, apasionada y con final feliz, esa es la serie alemana "Diario de una doctora". La protagonista es la doctora Gretchen Haase que después de ser engañada por su novio, decide volver a casa de sus padres. Es en esta época cuando decide convertirse en cirujana y empezará a trabajar en el hospital donde trabaja su padre. Allí, se reencuentra con el amor de su infancia: Marc Meier. Sigue tan atractivo como siempre y asímismo tan sarcástico. En su infancia, Marc siempre se ha metido con la Dra Haase debido a que es un poco regordeta y en la actualidad también sigue metiéndose con ella. Sin embargo, en el trasfondo de estas burlas hacia Gretchen, se esconde una atracción muy poderosa que a lo largo de las 3 temporadas se irá poco a poco saliendo a la luz.

Todo se complica con la introducción de otros personajes como la enfermera Gabi, que en la primera temporada es la mala malísima. En la segunda temporada, aparece el Dr Kaan que traerá problemas sentimentales a la Dr Haase. Y finalmente en la última, tendremos a Alexis Von Buren, un millonario con muchos secretos que esconder.

¿A quién elegirá Gretchen como compañero para toda la vida?

Una serie muy divertida y a su vez muy romántica ya que todos los personajes tienen un final feliz. Algo a aclarar, es que hay rumores de una 4º temporada pero no está nada confirmado y yo que vosotros no me haría ilusiones.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El Club de los Corazones Rotos 3: 24 de Diciembre (Ariadna)

En mi tercer año de carrera Alex se licenció con éxito y logró su primer empleo. Cuando me pidió que viviera con él escuché campanas, como si estuviera a punto de cumplir el mayor sueño de mi vida. Estaba segura de que tenía toda la vida por delante y alguien con quien compartirla, que aquel era el primer paso hacia el resto de mis días. Como veis era poco más que una niña enamorada.

Alquilamos un pequeño ático en el centro de la ciudad. No puedo decir que fuera lujoso, ni siquiera pudimos amueblarlo nosotros ya que yo aún dependía del dinero que me mandaban mis padres cada mes y Alex acababa de dar su primer paso hacia la independencia. Pero aquel apartamentito de una sola habitación donde entrábamos poco más que los dos era nuestro nidito de amor, nuestro refugio y nuestro hogar. O eso creía yo. Durante aquel primer año experimenté un nuevo tipo de felicidad, una clase de amor especial, sereno, confortable y apacible como debe de ser una familia y un hogar. Me recreaba en las pequeñas cosas y encontraba alegría en los más nimios detalles como esperar estudiando sabiendo que pronto Alex llegaría, cuando oía sus pasos al otro lado de la puerta y saltaba a recibirlo cuando la llave giraba con un simpático clic en la cerradura. El aroma del café en las mañanas, el olor de su aftersave refrescando el baño, la fragancia de su piel en mis sábanas...Levantar la vista del libro que estaba leyendo y encontrarme con su mirada, resguardarme en sus brazos mientras veíamos la televisión, buscar con los dedos a mi lado y encontrar su mano... 

Si ahora lo miro desde la distancia era una historia de amor bastante vana, pero para mí y me inexperiencia aquella sencillez era felicidad, aquellos momentos eran los que nos reivindicaban. Tal vez si hubiera mirado más allá o si hubiera querido mirar, si me hubiera quitado el filtro del amor, hubiera podido ver que vivía inmersa en mi propia fantasía, pero como siempre estaba demasiado absorta en mí misma y no fue hasta que la realidad me golpeó sin consideración que logré despertar de mi letargo. Y el regreso fue tan doloroso que aún hoy ando recogiendo los pedazos desperdigados de un corazón que se hizo añicos en un instante.

Aquella sería nuestra primera navidad juntos y quería que fuera especial, o así lo decidí yo. Tomé una decisión difícil pero de la que estaba segura no me arrepentiría: por primera vez en mi vida no regresé a casa por navidad. En vez de eso decidí quedarme junto a Alex y disfrutar del calor de nuestros corazones. En mi imaginación preparé una y mil veces una cena sencilla, prendí mil velas aromáticas y vi danzar las lucecillas de colores de un árbol de navidad...

Para que comprendáis mi sacrificio, lo mucho que aquello significaba para mí, debéis saber que siempre he amado la navidad. Las calles iluminadas de colores brillantes, los escaparates adornados con lucecitas y juguetes, los villancicos resonando en cada esquina, los primeros copos de nieve blanca, la emoción de comprar regalos y preguntarse si le gustarán a la otra persona, la anticipación de recibir regalos y el amor de quien los entrega... Sí, soy una romántica empedernida, siempre lo he sido, y lo he vivido hasta la médula, hasta que se desgastó la fantasía y se hizo añicos la ilusión.

Y llegó al fin el 24 de Diciembre y aunque Alex tuvo que trabajar y no regresaría a casa hasta la noche, no me importó. Al contrario, con toda la ilusión de una inocente recién casada me puse manos a la obra, dispuesta a celebrar la mejor nochebuena de la historia. Como veis nunca he sido demasiado exigente. Me pasé el día en la cocina, preparando platos que había visto hacer mil veces a mi madre pero que eran un mundo completamente nuevo para mí, hasta que logré una cena de la que enorgullecerme secretamente. Canté a media voz mientras montaba el árbol, adornaba la casa, ponía la mesa y prendía las velas. Y cuando terminé las preparaciones me senté frente al televisor  a esperar que el tiempo pasara con el corazón ligeramente desbocado.

Hacia el anochecer me asomé a la ventana y vi que comenzaba a llover. Sin pararme a pensar me puse el abrigo, me calcé las botas, cogí el primer paraguas que tuve a mano y salí de casa casi a la carrera. Era el enorme paraguas rojo que Alex tanto odiaba porque decía que cada vez que lo llevaba parecía una mujer, y a pesar de todo, cuando paseábamos juntos siempre era él quien lo sostenía. Sonreí. Iba a buscar a Alex con aquel paraguas rojo, le iba a dar una sorpresa y le iba a resguardar de la lluvia , y aunque se quejaría con una mueca divertida me recibiría con los brazos abiertos, como siempre, y lo sostendría para mí.

Fuera la calle olía a navidad. Las luces de colores iluminaban a los trabajadores que se apresuraban a regresar a sus cálidos hogares, a los compradores tardíos que se demoraban eligiendo los últimos regalos, a los niños que cantaban villancicos pidiendo una limosna y a las parejas que corrían entre risitas y cuchicheos lejos de la lluvia.

Sonreí inconscientemente al ver a una pareja saliendo abrazados de un restaurante. La viva imagen del amor. Ella era alta y atractiva, como solo lo son las mujeres llenas de confianza en sí mismas, y vestía con la atrevida elegancia de los exitosos: unos altos zapatos rojos de tacón de aguja, unas medias oscuras y un ajustado minivestido negro bajo un largo abrigo blanco. El cabello le caía en ondas azabaches sobre los hombros y mangificaba la palidez de su tez impoluta. Pero sobre todo me llamaron la atención sus labios vestidos de carmín rojo que sonreían seductores a su pareja. Y él la sostenía por su cintura contra su pecho, la resguardaba de la lluvia con su larga gabardina y la miraba como solo saben mirarte los hombres enamorados, como si fuera la única en el mundo. La sonrisa se heló en mis labios.

La mujer se apartó suavemente de él y posó un beso de carmín rojo en sus labios, al principio suave y delicado, después hambriento. Y él le respondió con pasión. Ni siquiera tuvo que ponerse de puntillas como yo hacía cada vez que besaba a Alex. Sus labios se encontraron a la altura perfecta y conectaron como viejos conocidos que se reencuentran en las horas más secretas de la noche. Escuché por primera vez el sonido de un corazón que se quiebra. El mío. Porque aquellos labios que él besaba deberían haber sido los míos, aquel abrazo que la sostenía tendría que haberme rodeado a mí, aquella gabardina que la resguardaba debería de haber sido mi refugio y aquellos ojos que la miraban como si fuera la única mujer sobre la faz de la tierra tendrían que haberme mirado solo a mí.

El hombre alzó los ojos y nuestras miradas se encontraron. Hasta el día de hoy llevo grabado a fuego en la memoria el recuerdo de su cara sorprendida, hasta el día de hoy sigo analizando su expresión en busca de un ápice de culpa... Hasta el día de hoy me pregunto si lo que le hizo alzar la vista y encontrarse con la mía fue pura coincidencia, destino o la llamada agonizante de mi corazón al resquebrajarse.

Voló el paraguas rojo que tantas veces nos había refugiado y con él volaron las ilusiones, los sueños y las fantasías, voló la inocencia de un corazón puro, y el llanto y la lluvia empaparon su recuerdo.

Porque aquel hombre que me miraba con sorpresa, aquel hombre que protegía a otra mujer de la lluvia, aquel hombre que rodeaba a otra mujer por la cintura, aquel hombre que llevaba los labios teñidos por el carmín de unos labios que no eran los míos... aquel hombre era Alex.

Aquel 24 de Diciembre sería el primero y el último que pasaría a su lado. Una nochebuena que duró apenas un minuto, lo que tarda en romperse un corazón.


domingo, 9 de octubre de 2011

El Club de los Corazones Rotos 2: se llamaba Alex (Ariadna)

Alex era todo lo opuesto a mí que alguien pudiera ser. Si yo era tímida e introvertida, él era abierto y lleno de vida, tenía una luz que iluminaba automáticamente toda habitación en la que entraba y una calidez natural que atraía a las personas como imanes, como insectos a la luz. Y yo también fui atraída por aquella fuerza magnética, atraída irremediablemente hacia él como un inocente planeta no puede huir de la órbita del sol.

Lo que Alex vio en mí hasta el día de hoy lo ignoro. Tal vez sintió curiosidad hacia aquella joven sombría que deambulaba siempre sola y con mirada perdida por los pasillos de la facultad. Quizás se sintió interesado hacia aquello que no conocía, lo que era diferente al mundo en que vivía, hacia una personalidad que le era extraña, ajena, misteriosa... un tipo de persona que no comprendía. Puede que simplemente fuera inevitable que como polos opuestos nos atrajéramos.

Por supuesto, él fue quien dio el primer paso, yo en mi infinita ignorancia estaba absorta en mi propio mundo como para percatarme de la existencia de aquel universitario un par de años mayor que me miraba, que giraba la cabeza cuando nos cruzábamos en el corredor y me seguía con miradas de soslayo. La primera vez que reunió el valor para hablarme me tomó completamente por sorpresa y apenas pude balbucear unas palabras algo incoherentes. La segunda vez le di la bienvenida con una sonrisa involuntaria. La tercera era yo quien lo buscaba disimuladamente con la mirada por los pasillos a escondidas. La cuarta fui yo quien di el primer paso hacia él tras rumiar un millón de veces una conversación ficticia que nunca sucedió. En cada ocasión mi corazón se desbocó como un loco enamorado. Lo demás fue inevitable.

Yo estaba sola y buscaba compañía y en medio del desierto él era como una llama que me deslumbraba y nunca moría. Alex estaba siempre acompañado pero se aburría, quería probar algo diferente y yo aparecí en su vida. Mirándolo desde la perspectiva que da el tiempo supongo que las cosas eran así de sencillas, pero en aquel entonces yo no lo sabía. Para mi inocente yo de 18 años, sola e insegura, Alex se volvió mi vida.


sábado, 8 de octubre de 2011

Can you hear my heart? (Kim Jae Suk)

Esta preciosa canción del dorama "Can you hear my heart?" parece estar hecha a medida para su protagonista, Dong Joo, un joven que queda sordo tras un accidente, pero finge que puede oír. No hay más que leer las líricas para quedar conquistado.

viernes, 7 de octubre de 2011

Hiyokoi

GÉNERO: shojo, vida escolar, romance, comedia, drama.

AUTOR: Moe Yukimaru

MANGA: en curso

OVA: 22 min

ARGUMENTO: tras casi un año ausente debido a un accidente, Hiyori regresa a la escuela donde le espera una clase llena de desconocidos. Para una chica tímida y pequeñita como ella relacionarse con sus compañeros es toda una odisea. Pero es que además, tenía que tocarle sentarse junto al chico más alto y popular de clase, aquel que es todo lo contrario de Hiyori. ¿Y por qué le gusta a este desconocido tanto molestarla? Lo que Hiyori no espera es que lo que al principio le parece molesto acabe por convertirse en un sentimiento mucho más complejo. ¿Está nuestra tímida protagonista preparada para sobrevivir al primer amor?

OPINIÓN PERSONAL: me lo recomendaron diciendo que era un manga muy dulce y en verdad lo es. Un shojo dulce y tierno con una protagonista adorable que irá enfrentándose a su propio carácter y los obstáculos que le pone la vida para lograr cumplir sus sueños y evolucionar. Es realmente encantador ver sus esfuerzos y como a pesar de todo no se rinde. Así que si buscas algo sencillo, romántico y dulce que leer ésta es una buena opción.


















miércoles, 5 de octubre de 2011

El Club de los Corazones Rotos 1: Antes del 24 de Diciembre (Ariadna)

Llegué al Club de los Corazones Rotos sin pretenderlo una no tan lejana noche de invierno, con el corazón roto en una mano y la lluvia lamiendo mis lágrimas. Y entonces escuché la quejumbrosa melodía de un piano viejo que parecía  llamar a la puerta de mi corazón y olí ese reconocible aroma de la soledad, la tristeza y el despecho. Puede que solo fuera casualidad, pero a mi me gusta pensar en el destino, una fuerza invisible y misteriosa que nos unió a los corazones rotos en su seno, a los amantes perdidos, y nos acogió sin preguntas en su reconfortante silencio. 

Pero para que comprendáis mi historia, cómo y qué me trajo hasta aquella puerta lacada en rojo un triste 24 de Diciembre, he de comenzar mi relato desde el principio. Desde antes de que entrara en juego el destino, desde cuando aún tenía un corazón completo que latía con esa inamovible fuerza que llamamos amor. 

Llegué a la gran ciudad cuando no tenía más que 18 años. No era más que una niña ingenua llena de sueños que dejaba atrás una parte de mi vida y creía con ciega inocencia que lo que había por venir no podía ser sino mejor. Para una joven tímida e introvertida proveniente de una pequeña localidad portuaria, la capital era el epitomo de la tecnología, un mar nuevo en el que aún había de aprender a nadar. Me fascinaban los rascacielos, las galerías y las luces que nunca se apagaban, me mesmerizaba aquella ciudad que nunca dormía; pero también me asustaba. Sobretodo me asustaba la gente, esas conglomeraciones de personas desconocidas corriendo de un lado a otro sin prestarte más atención que una simple mirada de soslayo.

Ni que decir tiene que me costó adaptarme. A aquel nuevo mundo, a los sonidos y los olores, a los colores, a la universidad, a la impersonalidad, y a vivir en un piso compartido con extraños, más incluso que a valerme por mí misma. 

En aquella época de confusión lo conocí. Al hombre que había de cambiar el rumbo de mi vida.





domingo, 2 de octubre de 2011

El Club de los Corazones Rotos: El Piano (Joseph)

Estaba siempre solo, acurrucado en aquella esquina semioculto en la penumbra, viejo, ajado, cansado...pero no roto. Era como el reflejo de un amor marchito, como un enamorado que había perdido su mitad, como una sombra que aguardaba al amante que se había fugado y lo había dejado atrás.

A Joseph aquel viejo piano le recordaba a si mismo. 



Don't forget (Baek Jiyoung)



"Don't forget", mi canción favorita del OST del dorama "IRIS". Una canción sobre los amantes que han de separarse a pesar de que se aman. Espero que la disfrutéis.

CON ENGLISH SUBS:


CON SUBS ORIGINALES


CON ESCENAS DEL DORAMA:

viernes, 30 de septiembre de 2011

El Club de los Corazones Rotos

Si te adentras en la oscuridad del callejón, al fondo lo encontrarás. No es más que una vieja puerta de madera lacada en rojo sobre una pared de ladrillos ensombrecida por el tiempo, el humo y los sueños perdidos de una gran ciudad. No tiene ningún nombre, ni hay cartel que se meza sobre ella, pero tiene un aroma propio. Bajo el olor a tabaco, alcohol y perfume habitual de cualquier bar, aletea una fragancia tan sutil que confunde los sentidos y tan solo la reconocerá aquel que la haya olido antes. Es el olor de los corazones rotos, de las ilusiones apagadas, de las esperanzas marchitas... 

Si lo reconoces, adelante, abre la puerta y bienvenid@ al Club de los Corazones Rotos donde habitan los extraviados, los pedazos de algún amor perdido, los hombres solitarios. Algunos buscan compañía, otros ahogar sus penas, algunos tan solo dejan descansar a su alma abatida antes de emprender otra vez el viaje por la vida, unos pocos escapan de la realidad. ¿Y tú? No temas, si has llegado hasta aquí es porque este es tu lugar, el Club nunca se equivoca. Aunque no lo busques él siempre te encuentra, te envuelve y te refugia.

Yo misma llegué aquí sin pretenderlo una no tan lejana noche de invierno, con el corazón roto en una mano y la lluvia lamiendo mis lágrimas. Y entonces escuché la quejumbrosa melodía de un piano viejo que parecía  llamar a la puerta de mi corazón y olí ese reconocible aroma de la soledad, la tristeza y el despecho. 

El Club de los Corazones Rotos me daba la bienvenida.