Al hablar de películas románticas es inevitable que mencione Dirty Dancing, un clásico y una de mis favoritas. Y a pesar de que después de ésta se han hecho más películas de parejas bailarinas ninguna me ha conquistado como ésta.
La historia comienza cuando Baby ( Jennifer Grey), una adolescente inteligente e idealista de clase acomodada, llega a un hotel de montaña a pasar las vacaciones con su familia. Allí conoce a Johnny Castle (Patrick Swayze), profesor de baile y bailarín profesional que se gana la vida como puede. Cuando la compañera de baile de Johnny está en apuros Baby se ofrece a ayudar sustituyéndola en el número de baile y a pesar de las reticencias iniciales de Johnny no le queda más remedio que aceptar. Por lo que empiezan a pasar mucho tiempo juntos mientras él le enseña a bailar y lo demás es inevitable.
La pareja Baby-Johnny es absolutamente inolvidable por la fuerza y el valor con el que enfrentan las adversidades y la diferencia de clase social. Baby se integra sin miedo en la otra cara del mundo que hasta ahora le era desconocida y lucha por ayudar a los necesitados y cumplir sus ideales. Mientras Johnny aprende a luchar por lo que quiere.
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